Por Nicolás Ghigonetto. El Neuromarketing es una rama de la mercadotecnia que se combina con una de las disciplinas de la ciencia que están en mayor desarrollo en la actualidad, la Neurociencia. Ésta ha avanzado enormemente en estudios sobre nuestro sistema nervioso, la cognición y conducta.
La psicología se ha beneficiado gracias a la neurociencia ya que ha podido entender mejor la complejidad del funcionamiento mental. La subjetividad, las sensaciones, la excitación y la atención son elementos básicos de nuestros comportamientos cotidianos. Caminamos por las calles, nos detenemos en una esquina, observamos un taxi, el cartel de la vereda de enfrente, una señal de tránsito o una chica, vidrieras de comercios.
Estos avances le sirven al Marketing de atracción y al Marketing en general porque constantemente está apostando a que sus propuestas sean leídas, escuchadas o atendidas. Pero esto no sólo sirve para el “mundo real”, también le importa al Marketing nuestra atención en redes sociales y navegación web.

Vender un snack, una gaseosa, dar un like depende tanto de las estrategias que se lleven a cabo para ello como de lo que pasa en nuestro cerebro cuando vemos la publicidad o el packaging (que es publicidad también). Por eso nuestro desafío es llegar a lo más profundo del cerebro de un posible consumidor. Como sea. Realizando un cortometraje absurdo, sensible, familiar, etc. Poniendo los anzuelos que el consumidor quiere morder y no los que jamás le interesarán.
Apuntar a la sensación de haber tomado una sólida decisión es otro de los desafíos fundamentales. No sólo debemos conformarnos con obtener una venta sino que el servicio post venta debe estar orientado a, por un lado, brindar soluciones a posibles problemas, y por otro, reforzar la decisión de haber hecho lo correcto.

¿En la vida del “mundo real” es igual? Nuestra sociedad es una gran comunidad y también se pone en juego ciertos aspectos de interés por pertenecer, autoestima alta, imagen positiva. Pero la inmediatez que tiene un letrero en la calle es mayor al tiempo que tarda un producto de MercadoLibre en llegar al correo. Por eso el desafío es hacer sentir, aquí y ahora, el hambre de comer un chocolate, unas papas o la sed de cerveza artesanal. Pero cuidado, apuntar sólo a las características del producto no suele ser del todo efectivo. Debemos manejar la balanza entre lo que el producto ofrece y el estatus que nos da. No tomamos sólo cerveza en Peñón del Águila, somos partes de la comunidad que visita sus locales.
¿Qué es lo que queremos? ¿Qué es lo que necesitamos? La respuesta está en nuestra mente, nadie puede decírnoslo.